A ver... este día fue bien interesante. Llevamos a la clase unos materiales que no teníamos la más remota idea de lo que eran ni para qué servían (un jack macho, un jack hembra, unos cables, un "fin de carrera", entre otros). Para qué los usaríamos sí, porque el día antes en la clase preparatoria nos arruinaron la sorpresa... gracias a Dios, ya que si no varios artefactos personales hubiesen sufrido un poco, y quedado inútiles.
Para mí era una experiencia en parte interesante ya que nunca había soldado con cautín ni podido cerrar algún artefacto que haya abierto previamente, me resultan actividades algo masculinas, aunque desde una perpectiva de género eso no tiene ningún sentido... pero se hizo.
Nos visitó una compañera de quinto año que realiza su práctica en la unidad de tecnologías asistivas en Teletón, para contarnos y guiarnos sobre cómo realizar la actividad de adaptación de un mouse para computador. La finalidad era lograr utilizar el mouse sin realizar un click con el dedo índice en un botón pequeño como suele hacerse, si no que éste pudiese responder a un movimiento y un toque más grueso, posibilitando así el trabajo en computador para personas con limitaciones funcionales.
Debo reconocer que la experiencia fue algo caótica... quizás muchos principiantes y pocos expertos, entonces como la memoria es frágil olvidaba constantemente el orden de los pasos para la adaptación, por lo que debía recurrir a una compañera con más experticia, y molestarla seguidito.
Creo que soldar con cautín fue una bonita experiencia, de hecho consideré la idea de conseguir uno propio para repetir la actividad luego en la intimidad de mi hogar. Lo complicado fue que en mi afán por confundir derecha e izquierda mi ratón quedó con dos enormes agujeros en sus costados... para qué decir lo poco estético que resulta un hoyo hecho con cautín en el plástico, que no contenta con hacer el hoyo me di el lujo de agrandarlo desde el lado equivocado dejando un tremendo túnel que al final de todo no tuvo ninguna utilidad. Luego lo más triste y frustrante fue que el switch o "fin de carrera" (nombre muy sugerente, a propósito) no funcionó, al parecer era muy malo o muy pequeño y no lo logré (no lo logró casi todo el curso, ya que compramos por mayor), y el pobre ratón quedó atravesado por un cautín y totalmente disfuncional.
Lo bueno, fue que sentí que de todas maneras aprendí el procedimiento y a hacer las conexiones, y que podría repetir la actividad con más calma en otro momento. Sobre todo recobré la esperanza en el sentido de la fallida actividad realizada, porque cuando mi hermana mayor vio el ratón destruído (aunque no tanto) yaciendo sobre mi cama se sorprendió mucho y quiso saber de dónde lo había sacado, y entonces, cuando le dije que yo lo había hecho en clases, se emocionó aún más y me comentó que en una de las escuelas en las que trabaja requieren de este tipo de adaptaciones en la sala de computación para los niños con limitaciones motoras. Así que desde ese momento la frustración no fue tanta, y pude darle más sentido al nuevo estado en que se encontraba mi pobre ratón. Creo que al final de tantas peripecias tendrá opciones de rehabilitación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario