domingo, 26 de mayo de 2013

Catalina y los juguetes

La tarea esta vez era confeccionar un juguete (o su maqueta) que respondiera a las necesidades de un niño que nos presentaban en un caso. Este niño era un niño de seis años, solitario y con gusto por los legos y puzzles. Yo también fui ese tipo de niñas que juegan solas. Es cierto que nunca tuve problemas de aislamiento, pero sí que nunca me fascinó el juego en manada, de correr como loca huyendo de alguien, me gustaba la escondida, pero nada donde pusieran a prueba mi torpeza motora evidente, ni mi incapacidad para lidiar con la brutalidad típica de los niños. Me gustaban los puzzles. Tuve uno sencillito, eran nueve cubos que armaban una figura con cada cara de los cubos... también era entretenido apilarlos, y posiblemente terminaron siendo el asiento de alguna Barbie.
Siempre amé los juguetes, pero nunca pensé que era tan difícil inventar un juguete que respondiera a las necesidades de un niño, pero no necesariamente a sus gustos. Porque ¿para qué andamos con cosas? Nos pidieron que pensáramos como terapéutas, y si el niño prefiere jugar solo viene el terapeuta y lo hace jugar con otros niños... esa es la idea. Y es difícil, porque quizá aunque no lo quiera asumir ya no soy una niña y ya no quiero jugar a las mismas cosas, aunque cada vez que me pongan un juguete por delante juegue como si tuviera cinco años.
El proceso creativo fue tremendamente largo. Mi pensamiento lateral estaba desatado y también mi pensamiento más bélico y violento. Ningún juego que se me pasara por la cabeza era ético, adecuado, seguro o con un final feliz.
Hasta que logramos sacar una idea inofensiva, ensablable, grupal, ad hoc con el niño en cuestión, y se construyó un "Armazoo". Debo reconocer que me encantó confeccionar un animalito desarmable, suave, que transmitiera la bondad de un juguete. Siempre tuve problemas con ciertas expresiones de algunos juguetes, este tenía que ser amable.Tenía ganas de olvidarme de los paradigmas y pintar un tubo de papel higiénico con témpera, recortar, pegar... Me gustaba la idea de jugar con el tramo que va dede la inocencia de los niños hasta la "estrategia" del juego de naipe de los adultos, y el resultado fue hermoso.

Quizá esta es una de las cosas que desde siempre me ha movilizado como estudiante de Terapia, la capacidad creadora, la creación con un fin de bien para el otro. Crear dando lo mejor de uno mismo.
Pero también esa creación que va hacia lo retrospectivo, a que los juguetes que nos acompañaron de niños de alguna forma están en nuestras estructuras mentales, que hay cosas pequeñas que nos vinculan para siempre al ayer. Pienso en mi muñeca "Michelle" que duerme en uno de mis cajones y que quien se atreva a quitármela pone en riesgo su vida. Al crear un juguete construyo para otro ese mapa de pensamientos y recuerdos, un montón de significados que a veces nos consuelan, como cuando no puedo dormir y abrazo al Nino, o que nos recuerdan quienes fuimos cuando olvidamos quienes somos.

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