Para variar, y como cada vez que tengo que hacer algo que requiera moverme, no quería ir a la clase. Me moría de miedo del sólo hecho de que la antesala de la clase fuese el documental "Pina". Me carga moverme, o sea me gusta, cuando yo quiero y no en público. Pero había que ir y había que hacer lo que había que hacer. Nadie nunca dijo que existan movimientos correctos o incorrectos, movimientos lindos ni movimientos feos. Esas son cosas culturales, quizá en mi cultura familiar moverse con soltura y ritmo no es algo valorado, preferiría bailar tango y mantener mi ser bloque intacto.
El baile de seguir los zapatitos fue lo más entretenido de la clase, los zapatos son siempre los que más bailan, cobran vida cuando bailan. Mis zapatos no hacen eso, sólo caminan, corren y pisan hojas secas... y otras cosas. Bailé, mi baile personalizado, rígido, desabrido, como me gusta que sean algunas cosas, no me gusta que se considere normal sólo el ser muy animoso y rítmico, ¿No es acaso parte de la creatividad hacer las cosas de otra forma?
Bueno, y luego de eso siguió lo que quizá era lo más importante, pero para mí lo más molesto que tuve que hacer en la clase.
Nos dieron a elegir cuatro temas (y éramos cuatro grupos). Uno era libertad, otro maquillaje, entregar y... danza; cosa que se cambió a movimiento porque nadie quería danzar. Me tocó movimiento. No sé por qué el azar lleva a que un grupo de personas que no quieren moverse a tener que obligadamente moverse, y finalmente deciden moverse. Fue difícil organizarse. Cada uno tenía una idea distinta de movimiento. Unos lo ven como arte, otros como expresión... yo lo siento como la vida. Es cierto: No me gusta moverme en público, pero me gusta como la vida se mueve sola en la cotidianeidad, me gusta el movimiento del mundo, me gusta ver llegar el metro a una estación, me gusta ver las manillas de las micros balanceándose cuando nadie las sujeta, me gusta como el sol camina hacia detrás de los cerros, me gusta mirar como se mueve el mar, me gusta ver a los perros y gatos jugando, saltando... Me gusta caminar rápido y sentir que las calles se mueven, y que son pequeñas montañas rusas. Para mí el movimiento no necesita más que ese escenario, la vida cotidiana.
En el grupo decidimos taparnos con unas telas gigantes para cubrir los movimientos...¿O nuestros rostros? Le llamamos "Timidez" a la composición. ¿Por qué decidimos cubrirnos? ¿Todos nos sentíamos expuestos? ¿Todos creemos que moverse para liberar el alma es algo privado? Quizá en esta entrada me dedique sólo a quejarme, pero siento que ese llamar a la expresión por un medio que no acomoda para mí fue bastante violento. Sé que me dieron la opción de no hacerlo, pero a veces, al aceptar uno no sabe cuanto nos podemos transgreder.
Me gustó bastante la presentación de otros grupos, creo que porque me gusta observar los movimientos, me gusta la música y los colores... me gustan las historias. La reflexión final fue sobre las construcciones colectivas o algo así, yo definitivamente estaba fuera de ese movimiento.
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